Llueve en Viena
y enciendo otro cigarrillo,
gotas, de amor, incendiarias
maltratan con firmeza las ventanas.
Llueve en Viena
y, al abrir otra cerveza,
con el gas se va mi alma
buscando una nueva senda.
Llueve en Viena,
es maravilloso sentir el agua
navegando por mi cuerpo,
por el tuyo, besos rotos,
agonía del destierro.
Llueve en Viena,
tan profundo, tan diferente,
es no haberme equivocado,
en la lucha de dos mundos
solo rezo por tus labios.
domingo, 27 de diciembre de 2009
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